Durante el sueño los músculos encargados de mantener permeable la vía respiratoria sufren una relajación. El paso del aire a nivel de la faringe se ve dificultado y como consecuencia, los tejidos blandos vibran produciendo el ronquido. En muchas ocasiones una falta de flujo de aire produce una caída de los niveles de oxígeno en la sangre, el cerebro se ve alertado por este descenso lo que produce numerosas interrupciones del sueño durante toda la noche.
En algunos casos de ronquidos severos puede llegar a aparecer apnea obstructiva nocturna con implicaciones serias para la salud.
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